La realización de los Juegos Olímpicos en 1968 en la ciudad de México marcó el estreno de América Latina como sede de la competición.
En 1963 la elección de la ciudad causó polémica. La capital de México estaba situada a 2,240 metros encima del nivel del mar, lo que podría provocar resultados falsos para las pruebas y poner en riesgo la salud de los atletas. Como si no fuera suficiente, México presentaba problemas internos. Como no estaba cerca de ser un país rico, hubo varias protestas contra los gastos exigidos (cerca de US$ 50 millones) por la organización del evento.
Una semana antes de iniciar la competición, ocurrió un tiroteo frente al Hotel María Isabel (donde el Comité Olímpico Internacional estaba instalado). Los estudiantes reclamaban el abandono de las obras de la ciudad universitaria. Sin embargo, hubo otra manifestación en la Plaza de la Plaza de Las Tres Culturas, en Tlatelolco, Ciudad de México, en la cual la policía intervino y más de 80 estudiantes fueron muertos.Pasadas las confusiones y los temores preliminares, los Juegos Olímpicos comenzaron con éxito. En las pruebas de velocidad y salto se registraron marcas consideradas imposibles. Como el norteamericano Bob Beamon, que marcó 8 metros 90 centímetros en el salto a distancia, 55 centímetros más que el récord anterior. También, Jim Hines alcanzó 9.90 segundos en los 100 metros, una marca que parecía inalcanzable para un ser humano.
Los Juegos Olímpicos de México fueron abiertos el 12 de octubre de 1968 con 21 tiros de cañón. La muerte de los estudiantes creó un ambiente de tensión, por esta razón centenas de policías fuertemente armados participaron en la ceremonia. Enriqueta Basílio Sotelo, medallista mexicana en los 80 metros con barreras y 400 metros, entró al Estadio Universitario cargando la antorcha olímpica. Enriqueta, fue la primera mujer en toda la historia olímpica en llevar la antorcha. Al final de la ceremonia, el pueblo invadió el campo para saludar los atletas.
En 1968 como ya lo viste se celebraron Olimpiadas en nuestro país, a la par surgió el movimiento estudiantil de 1968 que fue un movimiento social en el que además de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas. Fue reprimido el 2 de octubre de 1968 por el gobierno mexicano en la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, Ciudad de México.
El presidente en esa época era Gustavo Díaz Ordaz, quien ocupó el poder en el sexenio de 1964 a 1970.
Caracterizado por su dureza, el Estado demostraba su estancamiento, representado en un gobierno autoritario y despótico en el que la fuerza de la razón quedó sustituida por la fuerza sin razón, y que representaba a la oligarquía. Seguían vigentes leyes anticuadas con respecto a los tiempos y a la dinámica social, sobre todo las que limitaban el derecho de manifestarse, el de reunión y de petición, como el artículo 145 bis del Código Penal, que señalaba como delincuente a todo ciudadano que ejerciera sus derechos porque estaba inconforme ante la autoridad.
En las décadas de 1950 y 1960 el Estado era ajeno al avance y madurez de la sociedad representada por la clase media, profesionales y estudiantes de nivel superior, que se levantaban contra un poder público que no los representaba y que los reprimía cuando protestaban en la calle. Ese era el paisaje de 1968. Sin embargo, la lucha del estudiantado tenía una trayectoria que se remonta a 1929.
Causas directas de los movimientos estudiantiles de los años 1950 a 1960
Entre las causas de esos movimientos se encuentran un sistema antidemocrático y autoritario que conservaba un presupuesto insuficiente para la educación, porque el salario y prestaciones que percibía el magisterio eran insuficientes; aulas, instalaciones, planteles escasos y en mal estado; una matrícula limitada, planes de estudios anticuados e inadecuados a las circunstancias de la época; política educativa autoritaria, pues las decisiones se tomaban sin considerar las necesidades de las instituciones y, para completar esta situación, no había empleos para los egresados de las instituciones públicas.
El gobierno se había negado a resolver estos problemas, a pesar de que la educación era fundamental para el desarrollo del país.
• Sucesos más importantes del movimiento estudiantil de 1968
El 22 de julio de 1968 se produjo un incidente entre estudiantes de la vocacional número 2 del IPN y de la preparatoria privada Isaac Ochoterena. Derivado de esto, la fuerza pública ocupó las vocacionales 2 y 5, cercanas a la Ciudadela. Maestros, alumnos y empleados fueron agredidos por la policía. La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos convocó a una marcha de protesta para el 26 de julio, que coincidió con la que celebraba un aniversario más de la Revolución cubana. La primera marcha iba de la Ciudadela a Santo Tomás; la segunda, del Salto del Agua al Hemiciclo a Juárez. Ambas marchas fueron atacadas por la fuerza pública, con varios estudiantes heridos y detenidos.
La noche del 26 de julio la policía ocupó las oficinas del Partido Comunista Mexicano, porque supuestamente agitadores comunistas estaban infiltrados en estos pensamientos.
La UNAM y el IPN suspendieron sus labores y varios planteles de la Escuela Nacional Preparatoria fueron ocupados por los alumnos.
A finales de julio se organizaron comités de lucha y se presentaron documentos conpeticiones, en los que se exigía detener la represión, el retorno de los planteles ocupados por la fuerza pública, la suspensión de los jefes policíacos Luis Cue to Ramíre z y Raúl Mendiole a Cerecero, la desaparición del cuerpo de granaderos, la anulación del delito de disolución social, etc.
El 30 de julio, tanquetas, jeeps y transportes de tropa rondaban las calles de la capital. Se disparó un tiro de bazuca contra la puerta principal del edificio del plantel número 1 de la Escuela Nacional Preparatoria.
La UNAM, el IPN, la Escuela Nacional de Maestros, la Escuela Normal Superior y la Universidad de Chapingo se declararon en huelga. En Guadalajara, Monterrey, Jalapa, Puebla, Morelia y otras ciudades hubo movimientos solidarios.
El 1 de agosto, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, encabezó una manifestación de protesta por las agresiones a esta institución.
El 4 de agosto el Comité Estudiantil Nacional de Huelga y la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior, dio a conocer un plie go petitorio. Luego se adhirió el Consejo Nacional de Huelga.
El 13 de agosto, 200,000 manifestantes ocuparon el Zócalo. Entre el 14 y el 27 de agosto se intentó en vano entablar negociaciones con el gobierno. El 27 de agosto ocuparon el Zócalo más de 300,000 personas. En la madrugada del día 28, soldados lanzaron tanques contra los manifestantes y se realizó un acto de desagravio a la bandera, pues en el asta mayor había sido colocada una bandera rojinegra.
El 1 de septiembre, Díaz Ordaz habló del problema en su informe. Afirmó que se trataba de desacreditar al país, que se planeaba un atentado contra los juegos Olímpicos y que había una conjura comunista contra los intereses del país. Negó que hubiera presos políticos, pues los reos eran delincuentes y rebeldes pagados por la Unión Soviética. Dijo que el movimiento era una amenaza y que el “gobierno actuaría con energía y se tomarían medidas no deseadas”. En síntesis, amenazaba al movimiento, sin dar soluciones a las demandas.
Las clases política y empresarial apoyaron esta posición, pues el movimiento atentaba contra los intereses del país.
El Consejo Nacional de Huelga contestó que su lucha era contra la política gubernamental, las imposiciones políticas, la arbitrariedad y la ineficacia del sistema de gobierno, y exigió que las fuerzas armadas abandonaran las calles de la capital.
El 13 de septiembre se realizó una imponente manifestación, grande, silenciosa, pero el mensaje fue continuar la lucha.
El día 18 el gobierno ocupó militarmente los espacios universitarios y fueron detenidos muchos estudiantes y maestros.
El día 18 el gobierno ocupó militarmente los espacios universitarios y fueron detenidos muchos estudiantes y maestros.
Después, el 23 del mismo mes, fueron atacadas varias vocacionales del IPN. La vocacional 7, ubicada en la Plaza de las Tres Culturas, fue destruida y despojada de su local. Ese mismo día el ejército ocupó las unidades Santo Tomás y Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional. El Congreso de la Unión apoyó al gobierno.
El ejército abandonó Ciudad Universitaria el 30 de septiembre, pero en la asamblea se decidió no regresar a clases mientras no se diera una solución positiva al pliego petitorio y se convocó a un mitin para el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas y exigir el retito del ejército de los planteles politécnicos.
El 2 de octubre, hombres, mujeres, estudiantes e incluso niños se reunieron en la plaza.
El gobierno había decidido concluir con el conflicto. Reunió un contingente provisto con tanques, carros de asalto y otros elementos de combate al mando de José Hernández Toledo. Apenas iniciado el mitin, luces de bengala alumbraron el cielo y soldados con ametralladoras dispararon contra los líderes del movimiento y las personas reunidas. Los militares agredieron a la gente con armas y tanques. La policía detuvo a los miembros del Consejo Nacional de Huelga. El Batallón Olimpia, formado por francotiradores, disparaba contra el ejército confundiendo a la multitud.
Esta agresión culminó con más de 400 muertos, cientos de heridos y más de 2,000 detenidos. El Senado de la República justificó al gobierno, diciendo que había actuado con “razón” y “conforme a la ley”, porque malos mexicanos habían inducido al conflicto con la participación de agitadores profesionales.
Las reacciones frente a los movimientos estudiantiles varían desde la aceptación plena de las peticiones estudiantiles, que incluso han obligado a las autoridades a crear ministerios y secretarías o se ha reformado el sistema de participación del estado en la industria o la economía, conforme a las propuestas de los estudiantes y por desgracia también existen reacciones violentas contra la ley estudiantil, llegando a ser masacrados en manifestaciones públicas de carácter pacífico.
Por eso hoy se recuerdan aquellos momentos memorables del movimiento social, que desembocaron en un hecho sangriento, injustificable ante toda razón, quizás porque necesitamos reanalizar este fenómeno para reelaborarlo, quizás para entenderlo mejor, quizás para que la masacre nunca más vuelva a repetirse, quizás para reclamar justicia, quizás para vivir en paz y morir cuando sea necesario y perpetuarnos en lo nuevo, en las generaciones que nos sucederán, a quienes les legamos el valor de la lucha por un futuro mejor.
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