El Modelo de Alianza para la producción abarcó desde 1976 a 1981. La administración de José López Portillo tuvo que enfrentar una situación económica muy difícil, adquirida por el gobierno anterior. Entre los problemas más graves que presentaba el país, se mencionan los siguientes:
• Endeudamiento fuera de las posibilidades de pago, al menos hasta antes de que fueran descubiertos nuevos depósitos de petróleo.
•Introducción de la inversión extranjera directa en los campos de actividad más dinámicos y rentables del sector productivo.
• Rigidez de las importaciones en función del crecimiento económico del país.
• Los centros urbanos resultaron influidos por un efecto de imitación del consumo llamado efecto de postración, hecho que ocasionó una mayor demanda de mercancías que el país no producía, y que incrementó las importaciones.
El déficit de las finanzas públicas alcanzó el 9.1% del PIB, la inflación era del 27.2% y la deuda externa, al 30 de junio de 1977 era de 20,948 millones de dólares. Gracias a un préstamo emergente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno pudo esquivar las dificultades iniciales y, con la intención de aminorar la crisis, puso en marcha el Modelo de Crecimiento Acelerado, programa que incluyó una serie de reformas administrativas, fiscales y de inversión pública y privada.
López Portillo anunció que los dos primeros años de su gobierno se dedicaría a superar la crisis; los dos siguientes, trataría de reforzar la economía y, en los dos últimos ésta crecería de forma acelerada. Como se necesitaban recursos, se pensó que las exportaciones de petróleo servirían para enfrentar los problemas económicos y financiar el desarrollo, el cual tendría que ser más rápido para superar los índices de crecimiento de la inflación.
Por lo anterior, López Portillo hizo un llamado a los empresarios para que se sumaran al esfuerzo unido para reactivar la economía, satisfacer las necesidades de consumo y la demanda de empleos. Esto se haría a través de un acuerdo que llevó por nombre “Alianza Popular, Nacional y Democrática para la Producción”, mejor conocida como Alianza para la Producción.
En aquella ocasión, el Presidente prometió a los inversionistas que les serían otorgados estímulos fiscales y que se estimularía la reinversión de las empresas. Para fomentar el ahorro, el gobierno emitió los petrobonos con tasas de interés atractivas, sujetas al precio del petróleo que entonces estaba en aumento. Asimismo, autorizó a la Banca que recibiera depósitos en dólares.
7.1. Política económica
Las acciones económicas fueron:
• Satisfacer la demanda alimentaria, inyectando capital al sector agropecuario.
• Fomentar la creación de empleos, destinando una parte del gasto público al aparato productivo.
• Reorientar la producción industrial hacia bienes de consumo básico (alimentos procesados, ropa, calzado, etcétera), dejando en segundo término los de consumo duradero (electrodomésticos).
• Ampliar la cobertura de los servicios sociales.
• Modernizar el aparato gubernamental, para hacerlo más eficiente.
Esta política económica fue planeada a partir de un presupuesto sujeto a los precios del petróleo y la obtención de préstamos externos. José López Portillo creía que por vez primera en la historia, México disfrutaría de la autodeterminación financiera, gracias a que los ingresos obtenidos del petróleo estaban asegurados como consecuencia del descubrimiento de nuevos yacimientos y de la elevación en los precios internacionales. Bajo este panorama, en 1979 anunció el “Plan Global de Desarrollo”, que integró los programas que se habían diseñado anteriormente, el cual se echó a andar en la primera mitad de 1980.
Los puntos más destacados de la política económica fueron la búsqueda de un desarrollo elevado, sostenido y eficiente; crear 2.5 millones de empleos entre 1980 y 1982; distribuir el ingreso; abatir la inflación; fortalecer la producción otorgando incentivos a la iniciativa privada; terminar con los desequilibrios de la balanza comercial y de pagos; reparar las finanzas públicas; impulsar las zonas costeras y fronterizas; bajar la tasa de crecimiento de la población de 2.9 al 1% para el año 2000.
El éxito inicial de la Alianza para la Producción fue tal, que se logró un crecimiento en el PIB del 8% anual. La tranquilidad económica atrajo el interés de la Banca Internacional, que ofreció créditos al gobierno, pensando que México tenía capacidad de pago, dada su enorme riqueza petrolífera. Por ello, el Estado intentó sacar provecho de esta situación y decidió iniciar la tercera fase de su programa, es decir, la expansión económica acelerada, canalizando recursos en pro del desarrollo y modernización de la industria, la cual crecía al ritmo del 5.5 % anual.
7.2. Política social
A finales de los setenta se generaron nuevos programas e instituciones con el propósito de mitigar los problemas sociales derivados de la desigualdad en la distribución del ingreso nacional y reactivar la economía para superar la crisis económica de esos años.
La política social de los gobiernos de Luis Echeverría Álvarez (1970 – 1976) y de José López Portillo (1976 – 1982) tuvieron el propósito de garantizar un mínimo de bienestar a toda la población, especialmente en los campos de la educación, salud, seguridad social, vivienda, desarrollo de zonas marginadas y producción de alimentos para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad.
7.3. Auge petrolero
En estos años se descubrieron importantes recursos petroleros y México se convirtió en la sexta potencia petrolera mundial, lo que le permitió tomar decisiones en materia de política económica diferentes a las que habían formado parte del acuerdo de estabilización con el FMI.
Gracias al petróleo, la economía mexicana vuelve a crecer, lo que no se traduce en la solución de los desequilibrios financieros y monetarios, sino que sólo logran esconderse bajo la ilusión de la abundancia petrolera.
Entre 1978 y 1981 se crece aceleradamente, la tasa del PIB es superior al 8%; la inflación en el período 1977–1979 desciende al 19% en promedio. La producción petrolera cambió todo el sistema productivo mexicano.
La industria del petróleo fortaleció la industria petroquímica y la automotriz; ocupó un lugar importante en el PIB, en la balanza comercial, en la balanza de pagos, en el presupuesto de ingresos y egresos del gobierno federal. En 1970 aportó 4.3% de los ingresos tributarios, en 1977, el 6.4% y en los últimos tres años del sexenio 25% en promedio. La expansión económica, en parte, se debió a la industria petrolera.
Balance final
Modelo de la Alianza para la Producción
Los desequilibrios estructurales continuaron al concluir el sexenio de López Portillo pero eran más críticos, porque:
Se necesitaban más recursos para reactivar la economía sin contar con el petróleo.
• La industria seguía necesitando recursos pero no conseguía divisas.
• El sector agropecuario seguía deteriorándose.
• Por la deuda externa, México ya no era cliente confiable para la banca privada interna.
• Para pagar intereses y capital de la deuda externa era necesario sacrificar recursos que el país
requería para seguir invirtiendo.
La deuda externa es la suma de las deudas que tiene un país hacia entidades extranjeras. Se componen de deuda pública (la contraída por el estado) y deuda privada (la contraída por particulares).
En México en 1958, cuando se diseñó el Modelo de Desarrollo Estabilizador, se planteó una política fiscal orientada a mantener un equilibrio entre los gastos y los ingresos del sector público. La propuesta estaba orientada a impedir que el gasto público fuera superior a sus ingresos y, de esta manera, impedir que surgiera la inflación.
El secretario de Hacienda y Crédito Público de aquella época, Antonio Ortiz Mena, expuso que el gobierno pondría en práctica una política tributaria orientada a mantener un adecuado nivel de ingresos para financiar el gasto público. Consideró que los déficits fiscales serían compatibles con la capacidad de endeudamiento de la economía nacional.
En esta etapa se consideró tolerable el hecho de que el gasto público fuera superior a los ingresos y, que en ese caso, el déficit fiscal sería cubierto con la contratación de empréstitos. De esta manera se impediría el uso de recursos económicos inflacionarios.
Cuando el dinero que circula en un país no está respaldado por la producción de mercancías, es un recurso monetario que genera inflación. El modelo de desarrollo estabilizador, para no usar recursos económicos inflacionarios, se inclinó por la contratación de deuda pública para buscar el equilibrio presupuestal.
Los ingresos del Estado provienen del cobro de impuestos, de otros ingresos establecidos legalmente y de los ingresos de las empresas públicas o paraestatales. Los egresos corresponden al gasto que ejercen las secretarias y otros organismos del Estado para el cumplimiento de sus funciones, al gasto e inversiones de las empresas públicas y al pago de intereses y servicio de la deuda pública.
7.5. Inversiones extranjeras
Para lograr un desarrollo estable y sostenido era necesario lograr la estabilidad de los precios de las mercancías y la estabilidad cambiaria del peso mexicano, es decir, había que controlar los factores económicos que estaban relacionados con la devaluación.
Para mantener la paridad del peso en relación con el dólar, fue necesario mantener un equilibrio en la balanza de pagos. El problema no era sencillo porque las compras al extranjero fueron mayores que las ventas y el saldo, en consecuencia, resultó deficitario. En la balanza de pagos se observó el mismo fenómeno, la exportación de bienes y servicios fue menor que la importación. En consecuencia el saldo, también es deficitario y para lograr el equilibrio se admitieron las inversiones extranjeras directas y se contrataron los préstamos a largo y corto plazo.
Las inversiones extranjeras directas son los recursos económicos que destinan los empresarios extranjeros para establecer sus empresas en México. Las indirectas son los préstamos que otorgan los organismos financieros internacionales.
En 1958, cuando se formuló el programa económico para impulsar el desarrollo estabilizador, se propuso, entre otras cuestiones, incrementar la disponibilidad de divisas del país mediante el fomento de la exportación de mercancías. Uno de los renglones que se discutió fue el de la inversión extranjera.
En este periodo se consideró que esas inversiones ayudarían a acelerar el desarrollo industrial y harían llegar tecnología que modernizara la planta productiva. Se insistió en que esta medida no tenía el propósito de desplazar al capital nacional; por el contrario, su función consistiría en complementar el esfuerzo de los inversionistas mexicanos.
A corto plazo, las inversiones extranjeras permiten resolver algunos problemas del desarrollo industrial; además de que aportan recursos económicos y tecnología, generan un mayor dinamismo de la economía; sin embargo, a largo plazo, representan un factor que fomenta la dependencia, impide el desarrollo autónomo de la economía y la descapitalizan, ya que envían al exterior buena parte de sus utilidades.
En 1958, se registró un total de nuevas inversiones por 100.2 millones de dólares que, en la práctica, se redujeron a 62.8 millones de dólares.
El modelo de desarrollo estabilizador logró cumplir con los objetivos básicos de promover la sustitución de importaciones, mantener la estabilidad cambiaria del peso mexicano, mantener la estabilidad de precios y generar un desarrollo sostenido.
Durante este periodo, la economía mexicana creció al 7.1% anual en promedio con una estabilidad de precios de 2.9% anual como promedio y el peso mantuvo paridad cambiaria de $12.50 por dólar (es decir un dólar valía 12.50 pesos mexicanos).
El modelo de sustitución de importaciones logró en parte la industrialización del país pero no generó un sistema económico independiente, ni consiguió incorporar a la gran mayoría de mexicanos al sistema de producción y consumo de mercancías.
En 1958 cuando empezó el modelo de desarrollo estabilizador, los trabajadores de la educación y los ferrocarrileros manifestaron su inquietud por la desaparición de sus libertades políticas, sindicales y por lo frágil de sus percepciones salariales. En 1968 y 1971 los estudiantes hicieron eco de la sociedad que reclamaba el respeto de sus libertades democráticas. El control no sólo se había establecido sobre los factores que regulan los procesos económicos, también se extendió a la vida política de los ciudadanos. El desarrollo estabilizador cumplió con sus objetivos y la nueva situación económica nacional y mundial reclamó un nuevo modelo de desarrollo.
7.6. Crisis agroalimentaria
La alianza para la Producción tiene objetivos determinados por cada uno de los diferentes sectores de la economía. En el caso del agro (campo), la idea gubernamental de la Alianza para la Producción, lo ubica como posibilitador de aumentos en la producción de alimentos, de la obtención de mayores volúmenes de productos agropecuarios de exportación; mayor producción de materias primas industriales; generación de fuentes de empleo en un número más grande. Para llegar a estos objetivos, el gobierno elaboró una serie de Planes de Desarrollo Agropecuario y Forestal.
El Plan mencionado contempla:
- El papel que le toca jugar al sector agropecuario en la economía global del país.
- La delimitación de lo que debería suceder al interior del sector, para que este papel tenga cumplimento.
De esta manera, el establecimiento del capitalismo en el medio rural que estaba implícito en los planteamientos gubernamentales, respecto al papel que debe jugar el sector en la Alianza para la Producción, implicaría máxi ma generalización de las empresas capitalistas, cualquiera que fuera su forma, ya sea “pura” (donde se admiten abiertamente las relaciones salariales) o en su forma “mixta” (donde formalmente el capital privado o público no emplea trabajadores ejidales y jornaleros agrícolas, sino que se asocia con ellos); obtener la descampesinización y proletarización definitiva de una gran parte de los productores directos existentes; minimizar la situación social conforme a la cual un trabajador directo en el campo es, a la vez, dueño o poseedor formal de tierra.
7.7. Contracción del gasto social
De febrero a agosto de 1982 salieron del país millones de dólares destinados al pago de la deuda externa privada, y para poner a salvo los capitales tanto de la inflación, como de la inestabilidad general de la economía. Además, la crisis financiera se agravó en la medida en que las divisas comenzaron a escasear y el gobierno de López Portillo no impuso el control de cambios.
El presidente intentó sostener hasta el último momento a los empresarios como sujetos fundamentales de la economía con el fin de mantener la alianza con el bloque en el poder. Sin embargo, medidas de último momento como la reducción del gasto y el establecimiento de privilegios y estímulos fiscales -claramente favorecedores de los intereses de los empresarios- ya no tuvieron respuesta positiva.
Ante la inmensa fuga de capitales y las difíciles condiciones económicas en que se encontraba el país como consecuencia de la salida de divisas, el gobierno tuvo que tomar una determinación sorpresiva el 1 de septiembre: la nacionalización bancaria, anunciada por López Portillo ante un Congreso que no lo podía creer.
Con la nacionalización de la banca el gobierno esperaba frenar de manera radical la fuga de capitales, y responder políticamente al aislamiento con el que el capital financiero le había sujetado. Políticamente buscaba convertir el arrinconamiento en que se encontraba el Estado en una situación fortalecida. Más que un triunfo caprichoso sobre los empresarios, lo que estaba en juego para el Estado era la acumulación de capital como base material para sustentar el sistema.
Desde el punto de vista legislativo, la nacionalización de la banca fue motivo de un amplio debate al interior del Congreso. No sólo porque a todos los diputados de la LII Legislatura, recién iniciados, tomó por sorpresa el decreto del Ejecutivo, sino porque unificó el apoyo hacia el Presidente, por parte del PRI, PPS, PST, y PSUM (partido en que se había convertido el PCM ), y contra al PAN y al PDM. De cualquier manera, los debates al interior de la Cámara -cuya nueva sede legislativa en San Lázaro había sido inaugurada en junio anterior- no eran sino un reflejo del debate que se desarrollaba afuera -como había ocurrido seis años atrás- entre los empresarios y el Estado, y en el cual, el Presidente recientemente electo, Miguel de la Madrid, parecía no estar muy de acuerdo.
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